"Cantar de Mio Cid: la guerra"

Anónimo- Siglos XII-XIII


Embrazaron los escudos delante del corazón:
las lanzas ponen en ristre envueltas en su pendón;
todos inclinan las caras por encima del arzón
y arrancan contra los moros con muy bravo corazón.
A grandes voces decía el que en buena hora nació:
"¡Heridlos, mis caballeros, por amor del Creador,
aquí está el Cid, Don Rodrigo Diaz el Campeador!".
Todos caen sobre aquel grupo donde Bermúdez se entró
Éranse trescientas lanzas, cada cual con su pendón.
Cada guerrero del Cid a un enemigo mató,
al revolver para atrás otros tantos muertos son.
Allí vierais tantas lanzas, todas subir y bajar,
allí vierais tanta adarga romper y agujerear,
las mallas de las lorigas allí vierais quebrantar
y tantos pendones blancos que rojos de sangre están
y tantos buenos caballos que sin sus jinetes van.
Gritan los moros: “¡Mahoma”; “¡Santiago!”, la cristiandad.
Por aquel campo caídos, en un poco de lugar
de moros muertos había unos mil trescientos ya.
A Minaya Alvar Fáñez matáronle el caballo,
pero bien le socorren mesnadas de cristianos.
Tiene rota la lanza, mete a la espada mano,
y, aunque a pie, buenos golpes va dando.
Violo mio Cid Ruy Díaz el Castellano,
se fijó en un visir que iba en buen caballo,
y dándole un mandoble, con su potente brazo,
partióle por la cintura, y en dos cayó al campo.
A Minaya Alvar Fáñez le entregó aquel caballo:
-"Cabalgad, Minaya: vos sois mi diestro brazo".

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