"Vendo costo del gueno"
Jesús García
Nada mejor que una buena campaña de publicidad -directa, precisa,
sencilla- para ampliar horizontes en el siempre difícil mercado del
trapicheo. Es lo que debió de pensar Marcos R. I., de 32 años, cuando
decidió empezar a repartir folletos por el barrio de Sant Roc de
Badalona. En los papeles, escritos a mano y con caligrafía infantil,
este hombre ofrecía a los potenciales clientes su producto estrella:
"Costo del gueno". Traducido: hachís de calidad.
La nota está plagada de faltas de ortografía y de despropósitos lingüísticos. Son tantas las patadas al diccionario y a la gramática que, de hecho, parece más bien la parodia de un texto mal escrito. Tanto es así que, cuando agentes de los Mossos d'Esquadra descubrieron que había decenas de papeles distribuidos por calles y plazas de Sant Roc, pensaron que se trataba de una broma. Pero no. "Es una persona analfabeta; no es que simule que no sabe escribir, es que no sabe escribir", explica un portavoz de policial.
La hoja en cuestión es prolijo en detalles y permite a cualquiera
localizar el punto de venta de hachís. Marcos, dedicado al menudeo y con
antecedentes por robo, señala muy claramente que sólo vende su costo "ha chabale rollao [a chicos enrollados, o sea, de trato agradable y que no den problemas]" y pide recomienda "no venir lo menore".
Aun así, la policía autonómica ha comprobado que Marcos también vendía
sustancias estupefacientes a menores de edad. No en vano su casa, que
hacía las veces de centro distribuidor, está situada muy cerca del
instituto de secundaria Eugeni d'Ors.
El extraño marketing de este individuo excluía teléfonos
móviles y direcciones de correo. Había que ir personalmente. Para ello,
el pie de página el autor añade un plano en los que aparecen dibujados
tres bloques de pisos. Una flecha indica el lugar de encuentro. El mapa
contiene hasta puntos de referencia para orientarse; por ejemplo, el
citado "tituto".
El comprador tenía que "esperar al lao de la bentana de detrás de mi casa y en lo banco de asentarse",
que también están dibujados en el plano. Eso sí, era necesario
comportarse con discreción para evitar que la transacción acabase mal:
"No llamar la atensíon o no su vendo na ", advierte escuetamente el folio.
Por último, el cliente debía "silvar o llamarme". Era entonces cuando el hombre salía "po la bentana" y vendía el costo. "Vale 20 uros una barrita", apunta el texto. "Ta bíen ". Marcos mostraba así su satisfacción por la excelente relación entre el precio y la calidad de su costo.
En la hoja volante no sólo aparecen los planos con nombres de calles,
sino también su propio nombre: "Me llamo Marcos", indica con total
despreocupación. Ante tan evidentes pistas, los Mossos no tuvieron
demasiados problemas para detenerle por un delito de tráfico de drogas.
Lo hicieron el jueves. Sea por efecto de la publicidad o no, el caso es
que los agentes comprobaron 12 transacciones en una tarde. Algunas, con
menores. Como la "barrita" va a 20 "uros" la unidad, eso significa que Marcos se hizo 240 euros de caja en unas horas, 240 euros. El sábado pasó a disposición judicial.