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Mostrando entradas de noviembre, 2015

"Milagros de Nuestra Señora: Introducción alegórica"

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Gonzalo de Berceo  (1197-1264?) Milagros de Nuestra Señora Amigos y vasallos de Dios omnipotente, si escucharme quisierais de grado atentamente yo os querría contar un suceso excelente: al cabo lo veréis tal, verdaderamente. yo, el maestro Gonzalo de Berceo hoy llamado, yendo en romería acaecí en un prado verde, y bien sencillo, de flores bien poblado, lugar apetecible para el hombre cansado. Daban color soberbio las flores bien olientes, refrescaban al par las caras y las mentes; manaban cada canto fuentes claras, corrientes, en verano bien frías, en invierno calientes. Gran abundancia había de buenas arboledas, higueras y granados, perales, manzanedas, y muchas otras frutas de diversas monedas, pero no las había ni podridas ni acedas. La verdura del prado, el olor de las flores, las sombras de los árboles de templados sabores refrescáronme todo, y perdí los sudores: podría vivir el hombre con aquellos olores. Nunca encontré en e

Milagro XI : "El labrador avaro"

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Gonzalo de Berceo  (1197-1264?) Milagros de Nuestra Señora Había en una tierra  un hombre labrador, que usaba de la reja  más que de otra labor; más amaba la tierra  que amaba al Criador; era de muchos modos  hombre revolvedor. Hacía una enemiga, hacíala en verdad: cambiaba los mojones  por ganar heredad; hacía en todas formas  tuertos y falsedad, había mal testimonio  entre su vecindad. Quería, aunque era malo,  bien a Santa María, oía sus milagros  y todos los creía; saludábala siempre,  decíale cada día: «Ave gratia plena  que pariste a Mesías.»

"Cantar de Mio Cid: el Destierro

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Cantar de Mio Cid Anónimo- Siglos XII-XIII (Este es el comienzo del manuscrito conservado del Cantar de Mio Cid) De los sus ojos tan fuertemente llorando, tornaba la cabeza y estábalos catando. Vio puertas abiertas y postigos sin candados, alcándaras vacías, sin pieles y sin mantos, y sin halcones y sin azores mudados. Suspiró mío Cid pues tenía muy grandes cuidados. Habló mío Cid, bien y tan mesurado: ¡gracias a ti, señor padre, que estás en alto! ¡Esto me han vuelto mis enemigos malos! Allí piensan aguijar, allí sueltan las riendas. A la salida de Vivar, tuvieron la corneja diestra, y, entrando en Burgos, tuviéronla siniestra. Meció mío Cid los hombros y movió la cabeza: ¡albricias, Álvar Fáñez, que echados somos de tierra!   Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró. Sesenta pendones lleva detrás el Campeador. Todos salían a verle, niño, mujer y varón, a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó. ¡Cuántos ojos que lloraban de gra

"Cantar de Mio Cid: la despedida"

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Cantar de Mio Cid Anónimo- Siglos XII-XIII Ya la oración se termina, la misa acabada está, de la iglesia salieron y prepáranse a marchar. El Cid a doña Jimena un abrazo le fue a dar y doña Jimena al Cid la mano le va a besar; no sabía ella qué hacerse más que llorar y llorar. A sus dos niñas el Cid mucho las vuelve a mirar. "A Dios os entrego, hijas, nos hemos de separar y sólo Dios sabe cuándo nos volvamos a juntar." Mucho que lloraban todos, nunca visteis más llorar; como la uña de la carne así apartándose van. Mío Cid con sus vasallos se dispone a cabalgar, la cabeza va volviendo a ver si todos están. Habló Minaya Álvar Fáñez, bien oiréis lo que dirá: "Cid, en buena hora nacido, ¿vuestro ánimo dónde está? Pensemos en ir andando y déjese lo demás, todos los duelos de hoy en gozo se tornarán, y Dios que nos dio las almas su consejo nos dará”. Al abad don Sancho vuelve de nuevo a recomendar que atienda a doña Jimena y a las d

"Cantar de Mio Cid": lucha y ganancia

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Han salido de Valencia, ya la bandera sacaron, son cuatro mil menos treinta los que el Cid lleva a su lado y a cincuenta mil de moros sin miedo van a atacarlos. Minaya con Álvar Álvaroz éntrase por otro lado, y plúgole al Creador que pudiera derrotarlos. El Cid hiere con la lanza, luego a la espada echa mano, a tantos moros mató que no pueden ser contados, le va por el codo abajo mucha sangre chorreando. Al rey Yusuf de Marruecos tres golpes le ha descargado, pero el moro se le escapa a todo andar del caballo y se le mete en Cullera, castillo muy bien armado; hasta allí le sigue el Cid por ver si puede alcanzarlo, con otros que le acompañan de aquellos buenos vasallos. Desde Cullera se vuelve Mío Cid el bienhadado, muy alegre del botín tan grande que han capturado. Ve cuánto vale Babieca, de la cabeza hasta el rabo. La ganancia de aquel día toda por suya ha quedado. De aquellos cincuenta mil moros que habían contado, no pudieron escaparse nada

"Cantar de Mio Cid: el episodio del león"

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Cantar de Mio Cid Anónimo- Siglos XII-XIII Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión. Acostado en un escaño dormía el Campeador, ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció. De su jaula se ha escapado, y andaba suelto el león, al saberlo por la corte un gran espanto cundió. Embrazan sus mantos las gentes del Campeador y rodean el escaño protegiendo a su señor. Pero Fernando González, el infante de Carrión, no encuentra dónde meterse, todo cerrado lo halló, metióse bajo el escaño, tan grande era su terror. El otro, Diego González, por la puerta se escapó gritando con grandes: "No volveré a ver Carrión." Detrás de una gruesa viga metióse con gran pavor y, de allí túnica y manto todos sucios los sacó. Estando en esto despierta el que en buen hora nació y ve cercado el escaño suyo por tanto varón. "¿Qué es esto, decid, mes

"Cantar de Mio Cid: la afrenta de Corpes"

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Cantar de Mio Cid Anónimo- Siglos XII-XIII En el robledo de Corpes entraron los de Carrión, los robles tocan las nubes, ¡tan altas las ramas son! Las bestias fieras andan alrededor. Hallaron una fuente en un vergel en flor; mandaron plantar la tienda los infantes de Carrión, allí pasaron la noche con cuantos con ellos son; con sus mujeres en brazos demuéstranles amor; ¡mal amor les mostraron en cuanto salió el sol! […] […] Todos se habían ido, ellos cuatro solos son, así lo habían pensado los infantes de Carrión: «Aquí en estos fieros bosques, doña Elvira y doña Sol, vais a ser escarnecidas, no debéis dudarlo, no. Nosotros nos partiremos, aquí quedaréis las dos; «no tendréis parte en tierras de Carrión. «Llegarán las nuevas al Cid Campeador, «así nos vengaremos por lo del león». Los mantos y las pieles les quitan los de Carrión, con sólo las camisas desnudas quedan las dos, los malos traidores llevan zapatos con espolón, las cinchas de

"Ondas do mar de Vigo..."

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Martín Códax (S. XIII) Olas del mar de Vigo, ¿Visteis a mi amigo? ¡Ay Dios! ¿vendrá pronto? Olas del mar agitado, ¿Visteis a mi amado? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto? ¿Visteis a mi amigo, aquél por quien yo suspiro? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto? ¿Visteis a mi amado, quien me tiene tan preocupada? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

Jarchas

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Canciones mozárabes anónimas   Siglos XI-XIII  Extraídas del blog "Aprendo lengua" de Pilar Vicente (Transcripción mozárabe y traducción) 1 tanto amare tanto amare habîb tanto amare enfermeron olios nidios e dolen tan male ¡Tanto amar, tanto amar, amigo, tanto amar! ¡Enfermaron unos ojos brillantes y duelen tan mal! 2a,b ben yâ sahhârâ alba quee stá kon bi-al-fogore k(u)and bene bide amore Ven, oh hechicero: un alba que está con fogor cuando viene pide amor.

"¿Qué lleva Isabel II en su bolso?"

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Laura Lucchini EL PAÍS, 13/10/2007 Toda mujer guarda en su bolso un pequeño mundo. Su contenido es a menudo objeto de la curiosidad de los hombres. La cuestión se convierte casi en un secreto de alto Estado cuando su propietaria es toda una reina. ¿Qué lleva Isabel II en su bolso? La pregunta se la hacen Phil Dampier y Ashley Walton. Y la respuesta está en un libro, que saldrá a la venta el 15 de octubre y del que ya se ha adelantado parte de su contenido. Lo primero que hay que señalar es lo que no hay nunca en los 200 bolsos fabricados por la casa londinense Laumier que desde siempre acompañan a la reina. Su majestad no necesita llevar dinero, cheques, tarjeta de crédito, llaves y tampoco pasaporte porque no tiene.