FERNANDO DE ROJAS La Celestina , ACTO IV Siglo XV ` ``[TEXTO ADAPTADO] ALISA.- Pues, Melibea, dale a Celestina lo que consideres razonable por el hilado. Y tú, madre, perdóname, otro día nos veremos con más calma CELESTINA.- Señora, el perdón sobraría donde el yerro falta. De Dios seas perdonada, que quedo en buena compañía. Dios la deje disfrutar su noble juventud y florida mocedad, que es el momento en que más placeres y mayores deleites se alcanzarán. Porque la vejez no es más que mesón de enfermedades, posada de preocupaciones, amiga de rencores, congoja continua, llaga incurable, lamento de lo pasado, pena de lo presente, miedo triste del porvenir, vecina de la muerte, choza sin techo a la que le entra la lluvia por todas partes, bastón de mimbre que con poca carga se dobla. MELIBEA.- ¿Por qué hablas, madre, tan mal de eso a lo que todo el mundo quiere llegar? CELESTINA.- Desea